-LIBERTAD DE EXPRESION-

"Toda persona tiene derecho a la libertad de pensamiento y de expresión. Este derecho comprende la libertad de buscar, recibir y difundir informaciones e ideas de toda índole, sin consideraciones de fronteras, ya sea oralmente, por escrito o en forma impresa o artística, o por cualquier otro procedimiento de su elección y gusto."

"No he venido a traer paz, sino espada" San Mateo. X,34


miércoles, 26 de diciembre de 2012

RACISMO E INDIFERENCIA EN LA IGLESIA


“Id, pues, y haced discípulos a todas las gentes bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo”. Mt 28, 19 Se habla en estos días de la celebración del L aniversario del Concilio Vaticano II. Concilio desintegrador de la Tradición heredada de la Iglesia, pero más que el concilio el “espíritu” conciliar que nació de éste, abriendo la veda a excentricidades, errores, abusos y todo tipo de aberraciones. Uno de los principales errores naciente de este concilio es el falso “ecumenismo” en forma de indiferentismo y relativismo, ambos condenados rotundamente por la Iglesia, encíclicas: “Mirari Vos” de Gregorio XVI, “Quanta cura” y “Syllabus” de Pío IX, “Humanum Genus”, “Inmortalae Dei” y “Libertas” de León XIII. Desde dentro de la jerarquía de la Iglesia, hay quienes además de caer en tan graves errores, renuncian, además, a la evangelización en naciones de misión. Si Jesús manifestó a sus apóstoles que expandieran su evangelio “por todas las naciones”, cosa que provocó persecuciones y martirio a millares de cristianos. Hoy contraviniendo al mismo Dios, hay quienes manifiestan, y proclaman, que hay naciones dónde es mejor no proclamar el evangelio e incluso no bautizar. Deben haber considerado estos pastores, que las razas de esas naciones no son merecedoras del cielo, un acto evidente de racismo religioso. Pues si a Europa, Asia y América ha llegado el cristianismo, ha sido por el esfuerzo, la abnegación, entrega y sacrificio de muchos misioneros que empeñaron sus vidas en ello. Renunciar a realizar lo mismo en países árabes o africanos, equivaldría a renunciar a la misión misma de la Iglesia, de extender la palabra de Dios por el mundo. “Evangelizar constituye la dicha y vocación propia de la Iglesia, su identidad más profunda”. Pablo VI; “Para llevar a cumplimiento la misión apostólica, la Iglesia necesita evangelizadores”. Juan Pablo II; “Se impone a todos los cristianos la dulcísima obligación de trabajar para que el mensaje divino de la salvación sea conocido y aceptado por todos los hombres de cualquier lugar de la tierra”. Apostolicam actuositatem. Habría otra razón igualmente grave además del “racismo”, sería el considerar que las religiones que profesan, islam, animismo etc. Serían igualmente válidas como medios de “salvación”, cosa que equivaldría a caer en indiferentismo. Aunque hay quienes hablan con descaro de que el “mismo espíritu Santo que iluminó el cristianismo es el que ha iluminado el Islam” Mons. Santiago Agrelo. Monseñor, siendo el responsable de la diócesis de Tanger-Tetuán en el norte de África, no solo manifiesta cosas como esta, si no que anuncia que “el no está aquí para hacer proselitismo, él quiere que un musulmán sea un buen musulmán que para malos cristianos ya estamos nosotros”, según dice. Claramente el responsable de la misión y evangelización de esa zona del mundo, ha renunciado públicamente, y lo que es peor en hechos, a la labor para la que Dios le ha encomendado. Uno de los argumentos que se esgrime para la dejación de funciones, es la “obediencia”, o sometimiento, a las leyes de los estados. Aunque no le duelan prendas a quienes tanta obediencia a las leyes terrenales abanderan, en sortear leyes y transgredir normas, fomentando fenómenos como la inmigración ilegal a manos de mafias organizadas que trafican con personas. O es un acto de cobardía hacia los gobiernos autoritarios donde residen, o es un ataque a las leyes de países democráticos dictadas desde la democracia representativa. Pero si de “respeto” a las leyes y a la “autoridad” se tratase, ¿Habría que obedecer y servir antes a los hombres y sus leyes que a Dios?, ¿no fue un acto de “desobediencia” a la voluntad de Herodes, el esconder y huir con el niño Jesús de Belén?... ¿Hasta dónde es capaz de obedecer las leyes injustas y abusivas de los hombres, esta élite de la nueva religión del ecumenismo religioso? Y no solo ellos han renunciado a toda labor evangelizadora. De forma despótica y autoritaria imponen su criterio a quien, habiendo asumido, por obediencia, la no evangelización activa, no pueden negarse a impartir puntualmente el sacramento del bautismo, a conversos convencidos. El negar tal sacramento por obediencia sería colaborar con el error y negar las puertas del cielo a almas que llaman desesperadamente. Es evidente la apostasía dentro de la Iglesia. Las ideas masónicas de la igualdad de las religiones, del “humanismo” que ensalza al hombre en los altares, de la obediencia a las leyes del Estado antes que a las naturales y divinas, de la paz a cualquier precio, etc. No solo han triunfado dentro de la Iglesia, sino que atacan despiadadamente a quienes no comulgan con su “nueva fe”, expulsando de parroquias y responsabilidades a los “rebeldes”, que no son otra cosa que leales a lo que Cristo enseñó y la Iglesia de siempre trató de practicar, con más o menos aciertos, pero siempre con fidelidad y entrega. Ha llegado la hora de decir basta a esta actitud, los sacerdotes y obispos que no quieran evangelizar, y si es preciso sufrir por ello, deben ser relegados de sus puestos y no, dejar que expulsen a quienes mantienen la llama de la esperanza y la Fe en estos países. Los cristianos que abanderamos el cristianismo somos los que debemos dar testimonio de nuestra Fe. Combatamos no solo contra los infieles, herejes y cismáticos, combatamos contra los traidores de dentro de la Iglesia. No permitamos se entregue la Iglesia a quienes quieren destruirla. A quienes han desplazado a Dios del centro de las Iglesia a un rincón, y elevan a los altares el humanismo masónico y falso. A quienes abogan por un indiferentismo, prefacio de un sincretismo religioso de una nueva y naciente religión o anti-religión satánica. Luchemos por la Fe de nuestros padres y por el Reino de Cristo en la Tierra. ¡Viva Cristo Rey!

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