-LIBERTAD DE EXPRESION-

"Toda persona tiene derecho a la libertad de pensamiento y de expresión. Este derecho comprende la libertad de buscar, recibir y difundir informaciones e ideas de toda índole, sin consideraciones de fronteras, ya sea oralmente, por escrito o en forma impresa o artística, o por cualquier otro procedimiento de su elección y gusto."

"No he venido a traer paz, sino espada" San Mateo. X,34


viernes, 30 de marzo de 2012

XXI ANIVERSARIO FALLECIMIENTO DE MONSEÑOR LEFEVBRE




Recordamos hoy día 25 de marzo la muerte de Monseñor Lefevbre, hace 21 años, con dos citas suyas con plena vigencia. Mons. Lefebvre, requiescat in pace.

"Tratamos con personas que no tienen ninguna noción de la verdad, ni la menor idea de lo que puede ser una verdad inmutable. Es gracioso comprobar que esos mismos liberales relativistas que fueron los verdaderos autores del Vaticano II, ahora llegan a dogmatizar ese Concilio que sin embargo habían declarado pastoral, y quieren imponernos las novedades conciliares como doctrinas definitivas e intocables. Y se enfadan cuando les digo: “Ah, ¡vosotros decís que el Papa ya no escribiría hoy Quas Primas! ¡Vaya! yo os digo: tampoco se escribiría ya hoy vuestro Concilio; ya está superado. Vosotros os aferráis a él porque es vuestra obra; pero yo me atengo a la Tradición porque es obra del Espíritu Santo.” "

"Queda claro que lo que se nos pide sin cesar: entera sumisión al Papa, entera sumisión al Concilio, aceptación de toda la reforma litúrgica, va en un sentido contrario a la tradición, en la medida en que el Papa, el Concilio y las reformas nos alejan de la tradición, como los hechos lo prueban más y más a través de los años. Pedirnos eso, es pedirnos colaborar con la desaparición de la fe. ¡Imposible! Los mártires han muerto por defender la fe ¡Tenemos los ejemplos de cristianos prisioneros, torturados, enviados a campos de concentración por su fe! Un grano de incienso ofrecido a la divinidad, y ya está, habrían salvado sus vidas. Me han aconsejado a veces: “¡Firmad, firmad que aceptáis todo y luego conti-nuad como antes!” ¡No! ¡No se juega con la fe!"

Mons. Marcel Lefebvre, Le Destronaron. Del liberalismo a la apostasía. La tragedia conciliar, (Obras completas. Tomo 1) Voz en el Desierto, México D.F., 2002.

Que la Virgen los acompañe siempre

sábado, 24 de marzo de 2012

BREVES REFLEXIONES SOBRE LA MISA TRIDENTINA





(Tomado de: http://sofiatudela.blogspot.com/ )
Breves reflexiones: ¿Por qué la Misa Tridentina es superior a la Misa Contemporánea?

No soy creyente de modo formal y exclusivo de ninguna religión en particular; sí lo soy como un espíritu furtivo que en su vuelo atraviesa infinitud de cielos y se funde en ellos. Concuerdo, en su mayoría, con la doctrina y las practicas de variadas religiones y corrientes espirituales en las que participo internamente, sintiéndolas, no como una mera observadora externa; y aún así no pertenezco a ninguna con exclusividad y a cabalidad, hallándome en esa Tierra de Nadie, en ese Centro, en ese Axis Mundi del que bebió el ser religioso de todas las eras y lugares, de todas las casas, de todos los templos. Busco, extraviada en la selva de Dante, lo que René Guénon designa como la Tradición Primordial. Este conocimiento original y unificador se encuentra presente bajo una multiplicidad de sistemas y representaciones simbólicas diversas, en mayor o menor proporción, o de modo tergiversado, al interior de las variadas tradiciones religiosas y espirituales.


Por el momento me encuentro interesada en el Catolicismo Primitivo y en el Medieval. Sin embargo, no me considero católica aunque comparta una cumbre de sus laureles blancos, porque se me han extraviado por el gras algunos lirios, cuyos colores ignoro, de su manto; aunque cierre los ojos al beber de su agua magnifica, no conozco aquella religión en cada uno de sus pormenores, a cabalidad, como para designarme católica. Tampoco conozco a fondo y en todos sus detalles a las demás tradiciones religiosas y espirituales como para optar por una en particular, cuando muchas me asombran. El Taoísmo me interesa tanto como el Catolicismo, y decidir es difícil.


He tenido la oportunidad de asistir a la Misa Tridentina algunas veces. La prefiero, frente a la nueva modalidad litúrgica ilegitima, porque la vivo como una experiencia espiritual; del mismo modo en el cual me es posible vivir experiencias espirituales por medio de los rituales de variedad de religiones diversas, cruzando siempre por la significación de los símbolos. Sin pertenecer formalmente a una religión especifica, es factible experimentar la trascendencia en multiplicidad de ceremonias tradicionales por medio de la significación de sus símbolos, gracias al mensaje universal que estos encarnan.


También prefiero a la Misa Tridentina en virtud de sus aspectos estéticos. Estos son de una relevancia significativa con relación a la vivencia trascendente. Su exigencia y atractivo no son el fruto trivial de meros gustos o caprichos esteticistas: existe una correspondencia simbólica entre la estética y la significación sagrada que se pretende trasmitir por medio de ella. La estética no se encuentra desligada de la espiritualidad; por el contrario, es su heraldo maravilloso. A través del arte es factible acceder a esferas superiores de la realidad y rozar con lo ganz andere. Por medio de experiencias estéticas, si estas son formidables, profundas, intimas, genuinas, es posible acceder a las regiones celestes. A Dios se lo escucha en la música, a Dios se lo contempla en la majestuosidad de los eventos, se lo reconoce en la belleza.


Thomas Hoving, ex director del Museo Metropolitano de Arte de Nueva York, afirma, respecto de la imagen pintada de la cabeza de una virgen medieval del siglo VI, lo siguiente: “Puro dogma traducido a forma artística. Un amigo mío, en sus últimos años, protestante, estaba presente cuando el restaurador encontró la asombrosa imagen, y quedó tan abrumado que se convirtió al catolicismo.”


Lo mismo pienso respecto a la estética que caracteriza a la Misa Tridentina: es puro dogma traducido a forma artística. Considero que mediante la experiencia estética se asimilan directa y vivencialmente esos dogmas, puesto que la forma se corresponde con el fondo que encarna –como señala Aristóteles- y que es apreciado por el espíritu que lo percibe, dando lugar, así, a la experiencia estética. Esta no es gratuita, no carece de causa, sino que posee una razón profunda de ser: la experiencia estética acaece cuando el espíritu asimila el mensaje trasmitido por los aspectos estéticos que lo encarnan. Es entonces cuando el estado espiritual se traduce a emociones y a reacciones fisiológicas –como escalofríos, por ejemplo-, manifestándose en el aspecto corpóreo. Esto sucede debido a que el espíritu y el cuerpo se encuentran íntimamente relacionados, trasmitiéndose en escala jerárquica a las regiones inferiores (cuerpo) lo que acontece en las superiores (espíritu), tal como indica Hermes Trismegisto cuando en el Kybalión afirma que “como es arriba es abajo”. Por medio del simbolismo que, por naturaleza, caracteriza a la estética, es factible captar mensajes de manera intuitiva y subconsciente, que se experimentan en lo profundo del ser, aunque no siempre y no necesariamente sean percibidos racional, conceptual y conscientemente.


El mero hecho de que el oficiante de la liturgia realice la ceremonia de consagración de rostro al público en lugar de efectuarla de espaldas, modifica significativamente el mensaje del ritual, su sentido. Evidentemente este no modificará en el aspecto verbal, captado a un nivel más próximo a la consciencia y a la racionalidad. Sin embargo, en un nivel más profundo, las posiciones corporales y las direcciones, hasta los olores, trasmiten mensajes diversos y multifacéticos al ser humano integral, imaginativo, asociativo y creativo; mensajes que estructurados en un sistema coherente por medio de la edificación simbólica externa constituyen la ceremonia por excelencia. ¿Cómo se comunica el mensaje? No mediante meras palabras trasmitidas vía oral, que actúan en una porción ínfima del ser humano, sino a través de las palabras vivas de los símbolos, de los gestos, del cuerpo en movimiento, de los paisajes, del universo, de los mensajes encarnados y animados, que actúan sobre el ser humano integral, obrando en él y reinventándolo. De ahí que, mediante el ritual, el hombre religioso sea capaz de vivenciar en carne propia el menaje, como un fuego inefable, incomunicable por medio de palabras planas y unilaterales, propias de la literalidad. El símbolo penetra en la interioridad global del ser humano con un dinamismo holístico, de manera que este lo capta con todas sus facultades juntas, en armonía perfecta.


El misterio presente cuando el oficiante encubre con su espalda lo que efectúa, mengua o desaparece cuando este da cara a los partícipes, puesto que disminuye lo oculto, lo secreto, lo no explicitado, lo invisible: todo se explicita, todo se evidencia, todo se muestra a los ojos de los participantes. Esa modalidad litúrgica se corresponde perfectamente con el estado actual de una sociedad donde el misterio no se encuentra presente y donde todo busca explicarse racional y científicamente, es decir, explicitarse. En la obra “El Principito” escrita por el filosofo Antoine de Saint-Exupery, en el fragmento del desierto y la fuente, se nos comunica la importancia crucial del misterio en los rituales y en la vida.


Es difícil expresar por escrito, mediante palabras limitadas, contenidos que superan nuestras capacidades; la conjugación de la complejidad que ellos mismos entrañan con nuestra propia incapacidad de expresión, puede dar lugar a paradojas. Estas, sin embargo, cuentan con llaves mágicas (información oculta que colma vacíos) que resuelven lo que a primera vista parece ser incompatible. Así, no es lo mismo la contradicción real que la aparente, es decir, que la paradoja. Y es esta última, en muchas ocasiones, indispensable cuando de lo espiritual se trata: los Koans Zen son un claro ejemplo al respecto.


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Prefiero la Misa Tridentina a la actual, debido a que considero que la primera abriga un contenido que refulge en la segunda por su ausencia. Contemplo a Dios en lo que como, en lo que bebo y en lo que respiro, en las montañas, en el cielo, en cada grano de arena, en la brizna de hierba que piso, en el pichón que encuentro caído de su nido y socorro, en el resplandor de las estrellas, en las lagrimas de una persona amada, pero definitivamente no en la misa contemporánea. En los aspectos cotidianos y en los detalles más pequeños de la vida en conexión con la naturaleza, todos los pueblos han reconocido al Misterio revestido de Símbolo. Ese simbolismo presente en los aspectos cotidianos y en los detalles más pequeños de una vida en conexión con la naturaleza, se encuentra ausente en las sociedades modernas y en estado de declive en la misa contemporánea. Mircea Eliade trata el tema de modo perspicaz en “Lo sagrado y lo profano”.


El aspecto simbólico de la realidad también es relevante, porque encarna el ludos que habita en nosotros, ese otro lado misterioso que se escapa al racionalismo moderno y que nos conecta con la totalidad de la existencia desde la integridad de nuestro ser creativo y oculto. Considero que el hecho de que hoy en día muchos jóvenes se sientan atraídos por el tradicionalismo católico no es gratuito, no es en vano, sino que, por el contrario, cuenta con una causa significativa de fondo que evidencia el vacío de la Iglesia actual. Creo que la clave o la respuesta a esa pregunta se encuentra en “El Principito” de Antoine de Saint-Exupéry, quien nos invita a recuperar la inocencia infantil y la magia que puebla el universo por medio de los símbolos y rituales que nos comunican a una dimensión trascendente, al reino de lo ganz andere.


A veces puede suceder que el entusiasmo y la incapacidad de expresión juveniles nos hagan tomar por puerilidades supersticiosas lo que realmente constituye genuinas experiencias espirituales.

Por Sofía Tudela Gastañeta.

SIRIA: OFENSIVA DEL MOSSAD Y ALA CIA


Implicación de la CIA y el Mossad, inclusive Francia en financiamiento a grupos mercenarios


Las tropas de la OTAN ya se encuentran en territorio sirio, según la información que ha sido divulgada tras el “hackeo” de un correo de la empresa estadounidense Stratfor, cuya correspondencia confidencial ha sido revelada por Wikileaks. En tanto, el lunes pasado militares sirios apresaron a oficiales franceses en su territorio.

De acuerdo con los datos, efectivos de EE. UU., Reino Unido, Francia y Turquía, entre otros países, se encuentran en Siria y están entrenando a las fuerzas armadas de la oposición.

El 27 de febrero pasado, Wikileaks comenzó la divulgación de más de cinco millones de correos electrónicos “hackeados” de la base de datos de Stratfor. La correspondencia, fechada entre julio del 2004 y diciembre del 2011, releva que la agencia recababa y pagaba informes confidenciales de sus fuentes, entre ellas funcionarios de alto nivel, y luego los pasaba a grandes corporaciones y al Gobierno estadounidense.





Además, este lunes el viceministro iraní de Relaciones Exteriores, Hussein Amir Abdollahiyan, declaró que Irán dispone de evidencias documentales de que EE. UU. e “Israel” están vinculados con el suministro ilegal de decenas de miles de armas a los insurgentes sirios.

Los medios norteamericanos, entre los cuales está la prestigiosa revista “Foreign Policy”, difunden a su vez la información de que Washington pronto podría ayudar a la oposición siria, concretamente, introduciendo una zona de exclusión aérea y colaborar con las tropas del Consejo Nacional de Siria.

Las potencias occidentales, por su parte, niegan categóricamente su participación militar en el conflicto interno del país, debido a que no tienen un mandato internacional que se lo permita.

Intervención descarada

El analista político, Basem Tajeldine, opina que con estas medidas EE. UU. está violando los principios democráticos establecidos por la ONU. “Hay muchas evidencias que muestran la terrible implicación del aparato de seguridad, la CIA estadounidense y el Mossad israelí, inclusive agentes directos de Francia que han sido capturados y su financiamiento a grupos mercenarios traídos de otras partes de la región a Siria”, apunta el experto.

“Se está violando la Carta democrática de Naciones Unidas, todos aquellos instrumentos internacionales que en una ocasión los gobiernos mundiales escribieron para evitar males mayores, tal como lo estamos viendo hoy en Siria. Es una intervención descarada por parte del imperialismo estadounidense y de otros grupos de la región con el propósito de desestabilizar y destruir al Gobierno legítimamente constituido de Bashar al Assad”, concluye el analista.

Soldados franceses en Siria

El Ejército sirio toma como prisioneros a 13 oficiales franceses, informa el diario libanés Daily Star. Es la primera publicación importante que informa sobre la presencia de militares occidentales en territorio sirio.

Desde el Ministerio de Exteriores galo niegan esta información. “Desmentimos la presencia de tropas francesas en Siria”, declaró el secretario de prensa del Ministerio.
No obstante, el Ministerio de Defensa galo no confirmó, pero tampoco desmintió estos datos. “No disponemos de tal información”, señalaron desde dicha institución.





Los disturbios y enfrentamientos entre los grupos armados de la oposición y el Ejército sirio se iniciaron hace un año. Las autoridades sirias afirman que estos grupos están financiados desde el exterior. Asimismo aseguran que estas agrupaciones acabaron con la vida de más de 2.000 militares y miembros de los servicios de seguridad de Siria


Publicado por: Actualidad RT

viernes, 2 de marzo de 2012

CUESTIONES DE HERENCIA




Desde aquí, en la noche de hoy.

Mi querido Abuelo:

Cuando el ocaso de sus días se va acercando y con acento grave me habla sobre el testamento que está redactando, me confía que su mayor preocupación es ser justo a carta cabal con cada uno de sus nietos. Abuelo, permítame abrirle mi corazón y expresarle en estas líneas, tal vez herido y desde mi dolor, cuál es mi mayor anhelo, aquello que necesito con acuciante premura, evocando sumariamente diversos tópicos que nos atañen a ambos.

A pesar de las muchas apreturas económicas, lo que de verdad estoy necesitando para poder vivir es parte de aquella herencia que Usted recibió de sus ancestros. Me refiero a la herencia espiritual y religiosa, inmaterial y cultural, que me hacía partícipe de la civilización más grande que vieran los siglos, la Civilización Católica. Esta es la herencia que nos hace inmensamente ricos, aportándonos la auténtica riqueza capaz de superar todas las crisis, en especial las morales y existenciales, que son tanto o más acuciantes que cualquier crisis financiera o económica. Esa Civilización que su generación desprestigió y despreció, la despojó de todo valor y no paró mientes en que la pudiera llegar a necesitar, que me pudiera interesar, y en que, llegado mi turno, tendré el deber de transmitir; como las demás cosas que de Usted pude recibir, su apellido, su raza, sus inmuebles.

Ya mis primeros Padres Adán y Eva me privaron de una herencia; mortal me abandonaron a merced de las enfermedades, a la deriva en medio de las sombras de la ignorancia y el error, voluble y débil al capricho de las pasiones; despojado de los dones y herido en mi natura. Doblemente desheredado vivo en este mundo, mis primeros padres me quitaron el cielo y Usted Abuelo, me deshereda en esta tierra. Siento como invade mi ser un terror inmenso de solo pensar que puedo llegar a perder todo, aquella herencia eterna para la que Dios me creó y prometió alcanzar en el cielo, y la de ésta tierra donde se merece aquella, ante tanta adversidad confabulada, la imposibilidad de salir bien librado. Ante el pecado de Adán, tuvo compasión de nosotros, por eso nos envió al Redentor y fue tan grande el gozo que hasta la liturgia considera que en definitiva fue una “feliz culpa”. Yo espero se apiade también de nuestra generación y las que vendrán.

Tal vez porque su generación fue la del 68, cuando los hippies creyeron que vivir el hedonismo sin frenos era lo máximo a lo que podíamos aspirar, hoy de sexo estamos enfermos, hartos y asqueados. Necesito recuperar la identidad que me fue arrebatada, la que alegremente me privó aquella generación. ¡Hijos de su tiempo! ¿Qué me ha quedado? ¿Qué idea del amor nos han dejado? Por eso hoy somos una generación pornográfica y promiscua que busca aun más profundo en el abismo abierto por vosotros, aquello que nadie encontrará allí jamás: la serenidad.

Simultáneamente por aquellos tiempos los capitalistas supusieron que con dinero sí íbamos a ser felices y hoy la salvaje ley del más fuerte nos tiene esclavizados; con la ley de la selva, aterrorizados; burócratas impíos nos tienen sojuzgados; tecnócratas cínicos nos viven explotando. Ministros de economía devanan sus sesos persuadidos que las soluciones son todas financieras, cuando no son más que complejas recetas cocineras. Y por si fuera poco, se sumaron los comunistas de todas las pelambres, marxistas-leninistas, trotskistas y socialistas a proponernos el paraíso en la tierra, ahora el mundo no es otra cosa que un infierno anticipado donde impera la revolución cultural de inspiración gramsciana en todos los ámbitos sociales, trastocando hasta el orden fundamental por la mutación perpetua, incluso, hasta del mismo sentido común. Cuándo cayó el muro fue más bien un dique que reventó y el comunismo inunda ya todo el mundo con sus errores intrínsecamente perversos.

Pastores como Pío IX en el Syllabus y San Pío X en la Pascendi, entre otros, nos alertaron de los peligros que se cernían sobre nuestras generaciones, pero hicimos oídos sordos. Hoy, a pesar de que nos advirtieron con su Magisterio, sufrimos la victoria del trilema masónico de la Revolución Francesa, libertad, igualdad y fraternidad, incluso en la misma Iglesia Católica… De aquellos barros estos lodos. De aquel “Dios ha muerto” de Nietzsche, nuestra agonía, de aquellos “Prohibido, prohibir” nuestra esclavitud.

No se colma mi existencia con discursos pletóricos de promesas de renovación o soluciones mágicas de nuevos planes, de nuevos bríos, Nuevo Orden Mundial o Novus Ordo Missae, cambios radicales augurados demagógicamente en cada eslogan político. Me abismo en un inconmensurable vacío, el vértigo de la nada invade mi ser, pero se empeñan en que lo llene solamente de aquello que nos da el mundo. Ese vacío en mi alma es infinito, hablo de una dimensión espiritual, por ende no lo puede colmar todo el materialismo existente.

El tiempo de espera terminó, me cansé de aguardar, en medio de la crudeza del invierno, la primavera prometida que nunca llegará; el aire que llega de la calle y entra por la ventana me sofoca, me asfixia, me mata, oprime mi pecho, lapida mi alma.

La victoria fundamental del enemigo del hombre sobre la familia es haber destruido la autoridad paterna y su fundamento mismo, ridiculizada ésta en su ejercicio, que oscila entre la timidez y la vergüenza, el control fue monopolizado por el matriarcado tribal. Esta victoria del enemigo pertenece a la zaga de aquella alcanzada en el Edén, cuando a instancias de la primera mujer, Eva, Adán, el Primer hombre cedió, comprometiendo de allí en adelante la suerte de toda la familia humana. Actualmente podemos constatar que aquello que hoy denominamos Feminismo ha plantado su enseña en casi todos los hogares y esta bandera que flamea modernamente es en realidad tan antigua como el mismo pecado original, pero en la plenitud de su triunfo. Por eso la más grave de todas las derrotas, el más letal de sus golpes, la sufren nuestras familias cuando desde el seno de la misma pareja surge una sorda revolución, privándolas de la cabeza, y una vez que el padre es desautorizado y ridiculizado, despojado de autoridad jurídica y moral, nada bueno nos podía llegar. El caos comienza y las consecuencias no se hacen esperar. Un ladrillo sin forma no es otra cosa que un poco de barro y el hombre un puñado de cenizas, así es como sin la causa formal, cual es la autoridad en el hogar, la familia puede ser cualquier cosa, menos la sana, primigenia y fundamental célula política de nuestra sociedad. Por diversas vicisitudes vemos que muchas mujeres han tenido que hacer de tripas corazón, digo más bien cabeza con el corazón y acuñamos un concepto nuevo, que tiene mucho más de artificial y mecánico que de natural y verdadero, ante el cual, con solemne respeto, los hombre de hoy se quitan el sombrero y es: “madres cabeza de familia”. Concepto paradójico como el que mas, como si algo pudiera ser y no ser al mismo tiempo.

Y lo que inicia como un insignificante pecado de omisión, es omisión tras omisión: la gran dimisión, por no haber cumplido con lo que era su deber de estado. Estaba llamado a ser fiel en las pequeñas cosas, guardián de los detalles, exclusivo portador de los pantalones, para poder más adelante ser fiel y eficaz ante las grandes responsabilidades. Muchos son los hombres que hacen hoy un papel ridículo en el ejercicio de su autoridad, porque ésta en realidad no se ejerce, ni existe, aun siquiera en su propio hogar. La revolución triunfó en nuestra familia y así, paulatina e inexorablemente, hemos ido perdiendo la esperanza de perpetuar nuestra civilización patriarcal. La igualdad venció a la jerarquía quebrando la verticalidad, la libertad disolvió la disciplina, instaurando la anarquía, en el desorden se perdió la paz y ¿qué fraternidad puede existir cuando ella es dependiente de la paternidad? Trágica destrucción de esta institución, donde nuestra individualidad solventa su intrínseca dependencia e íntima fragilidad. ¡Ay del hombre solo! ¡Qué fatalidad! Cuando mi familia cayó en la nada, yo comencé a ser otro nadie más. Dios quiere que María Santísima, que en dignidad era superior a todos e incluso en la sumisión a San José en todo, siga reparando por su mediación y gracia el daño que Eva causó al género humano, la Sinagoga a la Iglesia, Marianne y la Logia a la sociedad, y los problemas de las familias fueron los de mi nación; aniquilada la paternidad, desaparece también mi Patria.

Es menester decirle que lo que mi inteligencia necesitaba para ser aguda y fina; mi corazón para ser fuerte y generoso; mi carácter, templado; y en mi conciencia cuajaran los nobles ideales, era el amor y la presencia de mi madre. Su ausencia jamás justificó el salario con que pagaban las mejores guarderías, excelentes colegios y universidades superiores. Todas estas instituciones juntas no la reemplazarán jamás, podrían haber sido un buen complemento, eso sí, pero con su ausencia me faltó lo esencial. Quisiera haber aprendido a conversar con ella y rezar juntos a Dios. Confiado en mi madre, aprender a confiar en mí. Hoy que vemos a las mamás que hacen empresa, afichan diplomas, descuellan en política, les pregunto: ¿Quién formará buenos hombres, estando ellas tan ocupadas?

¿Por qué mis padres se negaron a que tuviera hermanos? ¿Por qué me llenaron de juguetes en cada época de mi vida? El triciclo, la bicicleta, la moto y el carro, por ejemplo. ¿Pensaron que con eso llenarían mis vacíos? Yo que ni siquiera conocí el amor fraterno en familia, porque mama prefirió ofrecerme una novela y un diploma, me doy cuenta que somos demasiado numerosos los hijos únicos y advierto también que es una auténtica utopía el ideal de vivir fraternalmente en sociedad, cuando no se vivió socialmente en familia. Prefería mil veces haber cambiado todo mi confort egoísta y el bienestar burgués por un solo hermano. Pero debí conformarme con ser tratado como un hijo mascota, al mismo tiempo que la mascota recibía rango y dignidad filial.

Ahora que tenemos todo aquello que hace más cómoda la vida en el hogar, ya no tenemos vida en familia. En su tiempo no quedaba espacio para la molicie y cada rutina vital, era todo un ejercicio de la ascesis cristiana en la cotidianidad. Bueno sería para nosotros que en lugar de beber agua del grifo como ahora, volviéramos a buscarla en la fuente o el rio; o que en vez de cocinar con gas, buscáramos la leña por el monte; encendiéramos los candiles y las lámparas, como cuando no había electricidad; en vez de lavar en lavadora, tendríamos que haber ido al rio y fregar entre las piedras. Tantos implementos dieron lugar a que nos sobrara el tiempo, mismo que dedicamos a la holgazanería y como la pereza es madre de mil vicios, fuimos aplicando nuestras energías a las vanidades y al igual que tantos Imperios pretéritos, caímos en franca decadencia a causa de la molicie. Me gustaría saber si todos estos útiles, no vinieron a quitarnos autonomía y una vez creada la dependencia, privarnos de la libertad. No hemos aprendido a manejar el progreso y por eso somos esclavos del petróleo, del gas o la electricidad y de tanto depender de estos útiles nos estamos volviendo cada día más dependientes, porque aún no aprendemos a aplicar el “tanto cuanto” que ordena todo en razón de último fin. Volvamos a los parámetros vitales, volvamos a la realidad, reencontrémonos con la tierra, que ella no miente jamás. Hágame el favor de enseñarme aquellos rudimentos básicos y elementales, gracias a los cuales también se vivía, a lo pobre es verdad, pero con la infinita riqueza de la libertad. Por los que el hombre domaba sus pasiones y también podía domar caballos; el que cultivaba virtudes, también las artes y las hortalizas; y porque supo matar su ego, también la fiera y la serpiente, fue capaz de pelar la gallina y cuerear un conejo, encender el fuego en la cocina, los ideales en las almas y el amor en el corazón. Y con el sudor de su frente conquistaba la tierra, su alma y el cielo. Redimidos sus corazones por la Sangre de Dios, y ellos con sus sudores, son a su vez redentores de una tierra que gime esperando redención de parte del mismo hombre que al pecado la sometió. El la redime y ella lo nutre, mientras que sus esposas colmaban de vida el hogar y de almas el reino celestial.

Esta era la vida en que se respetaba el orden natural y sobre él cual se construía el orden espiritual. Donde se forjaba al hombre que luego llevaba el espíritu a la Santidad. Cuando sin afeminamientos se consolidaban los cimientos de aquello que llamamos virtud. Pero hoy inmersos en la perversidad nos van sometiendo a la diversidad de género, cuando lo que necesitamos con urgencia es nuestra identidad. Identidad de género, para poder llegar a ser aquello que debemos ser, porque Quien nos dio el ser y el existir así lo dispuso, cuando en su mente nos concibió para poder compartir eternamente esto que hoy veo tan lejano: la felicidad. Cuando cada niño o niña, con solo mirarse al espejo o vestirse plasmada en el veían cuál era la voluntad del Creador y sus padres, solícitos y atentos, secundaban con su educación aquellos deberes inherentes a su personal naturaleza; porque incluso hasta los defectos correspondían a la natura del adolescente, que si era niño era orgulloso, y no se preocupaba de su cabello porque lo llevaba corto, y si era niña, era vanidosa, además de femenina y delicada. ¡Y qué decir de los papás! que con diminutivos ridículamente cariñosos no los reducían cruel y dramáticamente y, como no habían abdicado aún de su misión o vocación, no le llamaban a su creatura ni mami ni papi, sino hijo o hija. Porque como padres sentían un legítimo orgullo de su progenie, y tratándolos como hijos reforzaban la realidad de la filiación, que también es parte fundamental de la identidad, identidad de hombre y de hijo.

Quisiera reencontrar la vida familiar en torno a la mesa, las tertulias donde se profundizaban los temas y no se criticaba, donde se hablaba de las ideas y las cosas, no de las personas. Donde no se hablaba con la boca llena y las reglas de urbanidad no eran mundanidades hipócritas sino la crema y nata de la mismísima caridad, encarnándose en la cotidianidad doméstica. Donde sentarse derecho, más que una postura física era una actitud moral. El arte de la comunicación que pasa por la palabra, fue desapareciendo por la imagen virtual de la pantalla que pretende suplantar al concepto, empuja a la imaginación a avasallar la cordura y el razonamiento, la lógica con el sentimiento, donde cada publicidad o mensaje llega al apetito volitivo porque maquiavélicamente pone fuera de circuito toda lógica y lo aparentemente urgente avasalla lo realmente importante. Hoy para conversar entre amigos son suficientes tres interjecciones y cinco exabruptos, y para expresar nuestro dolor de adultos solo nos quedan gemidos. Ya no es pobreza intelectual la que nos aqueja, sino miseria. Si se le consulta a alguien sobre Alejandro Magno, piensa que fue quien ganó el último Oscar; Mozart es un reggaetonero que está surgiendo, que aun no es famoso ni gano discos de oro. De pintura, no conocen sino la cultura urbana de los tags; en matemáticas la suma de dos más dos les exige una calculadora. En cuanto a literatura, no leen ni la del periódico y en el arte de la danza son contorsionismos eléctricos, terroríficos, casi epilépticos u obscenos, esto depende generalmente de la sustancia consumida, fuente indispensable de energía para unos engendros escuálidos, pálidos y demacrados; apáticos, insensibles que desde la infancia ya semejan ancianos. Hoy sufro el erróneo principio en el que se fundamentó mi educación; “no quiero que mi hijo sufra como sufrí yo”. Deplorable permisividad, nefasta malacrianza. Cada vez que cometía una falta, Usted creía que era un problema de comprensión y con diálogos, más bien monólogos, pensó me iba a poder corregir. Las faltas que hice, fueron por debilidad de la voluntad y no por error de apreciación intelectual. Yo sabía aquello que estaba mal y sin embargo lo hice, cuando robé por primera vez en el supermercado, fumé a escondidas, cuando me escapé del colegio, etc. Por eso lo que mi educación exigía era firmeza de parte de mi papá y que no existieran fallas entre él y mi mamá, por donde se filtraba mi caprichoso egoísmo. Para poder encauzar así mi temperamento, hacía falta rigidez, fortaleza, determinación, incluso severidad. Hoy soy un inútil, aunque lleno de talentos a mis propios ojos, y con tantos diplomas, no me puedo permitir trabajar en cosas que humilde, real y manualmente me permitirían vivir. Un inútil que siempre está esperando ayuda del prójimo o del Estado y si no llega, me sumo a los indignados. Un inútil que no podrá decir jamás “mea culpa” con humildad, que cegado por el orgullo no intentará corregirse y mejorar, sino que como la culpa la tiene la sociedad, es a ella que tratará de cambiarla a fuerza de revoluciones.

Cuanta añoranza siento por ese tiempo en el cual los jóvenes valoraban a las muchachas por las virtudes que las ornaban, cual si fueran las joyas más preciosas: la modestia, el pudor y la pureza. Cuando se prefería, a la silueta esbelta, la finura del alma. Cuando un sí era un sí, y un no era un no, y ese sí solo terminaba con la muerte. Cuando los ideales eran altos, los sentimientos puros, los gestos generosos, la voluntad templada, la cabeza fría y el alma apasionada. Cuando el amor no era sexo, ni el sexo un deporte. Cuando el respeto a los demás era reflejo del respeto a sí mismo y el respeto a sí mismo era, sobre todo, respeto al templo de Dios. Los niños eran niños, porque eran inocentes y no ridículos adultos en miniatura que el pecado envejeció, precoces noviazgos de guardería que la mixidad permitió.

Si pudiéramos regresar a esos tiempos en los que había momentos y pausas, etapas y periodos. Retornar a ese espacio donde había lugar; tiempo para pensar, también para amar y tiempo para rezar, tiempo para vivir y también para morir. Sabíamos cuánto demoran en remojo los garbanzos y en cocerse un huevo duro. Cuando germinaban las semillas y duraba la clueca empollando. Un tiempo para cada cosa y para cada cosa un lugar. Espacio con perspectivas y no un espacio en la web; un espacio donde se podía mover mensurando la realidad, donde las ventanas que abriera no eran virtuales. Espacios vitales donde sus nietos podían crecer y la exigüidad del apartamento no exigía el aborto, y Usted mismo Abuelo tenía la posibilidad de verlos crecer, ya que no había necesidad de recurrir a la eutanasia.

Un tiempo y un espacio que nos permitía un mayor contacto con la realidad y a partir de ella comprender mejor las parábolas del Señor, cuando habla del fuego, la higuera, el lobo y las ovejas, las serpientes y las cabras, realidad que no solo era el sólido punto de apoyo hacia la metafísica sino también una prudente percepción de la real dimensión de cada cosa, indispensable para actuar bien en la cotidianidad. Donde los patrones de conducta para decidir y actuar no se hacían según la vanidad sino según parámetros reales. No regían el valor de cada cosa los patrones arteros de la Bolsa, sino la realidad vital que tiene al instinto de supervivencia como base natural.

Con pacifismos nos fueron denigrando la idea de Patria y con ecumenismos diluimos la noción de Iglesia, cuando en su historia era precisamente donde debía fortalecer mi identidad y mi alma proyectarse hacia la eternidad con la ayuda de la Gracia. ¡Me arrancó de los brazos de mi madre y me entregó a los de quien no lo era! Mi alma bautizada necesitaba el regazo de mi Madre Iglesia, y no andar en perpetua e inquieta búsqueda en otras religiones orientales u occidentales, cristianas o islámicas, judías o gnósticas, la nueva era, etc., cuando de estas nada bueno ni verdadero podía recibir.

Abuelo, regréseme la fe, restitúyeme la Cruz, la militancia católica por la que sus abuelos sonreían aun en los tiempos crudos y crueles de la guerra. Regréseme aquello que nunca conocí, ni percibí en el hogar, ni gusté en los muros de mi parroquia. Enséñeme ese Sacrificio, en el que encontraban la razón de ser de cada una de sus penas. Légueme el Cáliz de la Vida Verdadera.

Abuelo, piense de qué bien tan grande me privó al no concederle valor ni importancia, haga hoy un postrer esfuerzo y enséñeme al menos algo de aquello que su papá le enseñó. Enséñeme a santiguarme; dígame cómo hacer la genuflexión, cómo debo hacer para confesarme y así encontrar en el perdón la paz de mi alma. ¿Cómo rezar? ¿Cómo ser cristiano? ¿Cuáles son las oraciones de la mañana y de la noche? Explíqueme cómo se usa el misal cotidiano, enséñeme a descubrir, amar y a respetar a Jesús Vivo en el Sagrario. Devuélvame el decálogo y recuérdeme su orden, cuando el hombre no estaba antes que Dios, ni el individuo antes que la familia.

Querido Abuelo, ¿se ha preguntado por qué es tan grande el auge de los narcóticos? Es que la vida sin esperanza duele y mi generación buscan en las drogas una vana solución. ¿Acaso sin esperanza existe otra puerta que no sea la del suicidio? Sin Fe ¿qué explicación le podemos encontrar a este caos que nos rodea y nos ahoga? Es utópico pretender, sin sentido común, descifrar la triste realidad. Abuelo ¿nunca se preguntó por qué recurrimos tanto a los psiquiatras y los psicólogos y sin embargo cada día enloquecemos más? Quisiera poder evadir esta trágica realidad, como el humo alucinógeno, volverme volátil. Mi realidad es un charco pantanoso, estéril, sin vida, sin belleza.

Ayer, en mi desconsuelo, quise ir a contarle a mi abuelita mis angustias y mis cuitas…como cuando niño, pero no me quedan de ella ni siquiera las reliquias. Con eso de que ahora está de moda incinerarse, no sé qué viento sopló sus cenizas ni qué mar las disolvió. No existe el eslabón de sus restos que me acerque a mi historia y mi pasado. Debe ser que la tan mentada explosión demográfica no les ha dejado espacio ni siquiera a los difuntos. Hubiera querido ir hasta el campo santo para hincarme junto a su tumba para rezar por su alma, como ella me enseñó, el bellísimo salterio de María, el Santo Rosario, no el de los 150 salmos que son del Profeta David, sino el de las ciento cincuenta Ave-Marías. Pero el descubrir que ahora le agregaron cincuenta, me confunde, la situación más que luminosa me resulta tenebrosa; por esa manía de pretender enmendarle la plana al Señor y persuadirnos que en la novedad siempre se encuentra lo mejor.

¿Por qué tantas cosas nuevas me huelen a viejo? Huele a rancia la liturgia nueva. ¿Por qué tiene tanto polvo la Nueva Evangelización? ¿Por qué es tan protestante el nuevo Padre-Nuestro? ¿Por qué el Nuevo Misal, el Nuevo Ritual y el Nuevo Catecismo, contienen tantas herejías antiguas? Abuelito ¿por qué se empeña en darme siempre lo nuevo, si lo que yo quiero es algo que sea eterno? ¿Por qué no me habla de la eternidad? Esa eternidad que deberá afrontar muy pronto y por la cual está redactando su testamento.

Déjeme redescubrir la Misa con la sublime dimensión divina y pueda vivir mi alma inmersa en su misterio, que por ser divino supera a mi intelecto. Restitúyeme el altar del sacrificio, le retorno el misterio pascual, no quiero la mesa del banquete modernista, la cena protestante y la pascua judía. Regréseme el Calvario, devuélvale al altar el Crucificado que esta es la hora de la redención, le dejo el resucitado que si me priva del Sacrificio, me quedaré sin la resurrección. Y yo le convidaré entonces el buen vino viejo, porque este nuevo ya está avinagrado.

Devuélvame los padres con sus hábitos talares, yo le dejo los obreros, los funcionarios y los dandis, que contagiados por la frivolidad no traen remedio a mi alma; son como la sal desabrida, han perdido su sabor. Necesito al sacerdote, el que lleva la sotana cual bandera ajada en mil combates, la sotana que al mundo le muestra ser mortaja y al alma piadosa, la sombra de Cristo que pasa; el del sacerdocio ministerial, el de las manos consagradas, que en la Iglesia Jerárquica le ofrece su hijo a Dios y da a los hombres las cosas santas. No creo más en la democracia, por eso rechazo al presidente de una asamblea masificada, como así también a los para-clérigos que han invadido el sancta sanctórum. Los diáconos fueron creados para que ocupándose de los menesteres domésticos, los pobres y sus limosnas, pudieran los sacerdotes vivir consagrados a las necesidades espirituales de sus fieles. Ahora los sacerdotes se dedican a las cuestiones sociales como si la Iglesia fuera una institución filantrópica, un club exclusivo, diletantes de foros extraños, incluso también de alguna logia; y los para-clérigos van copando cada espacio y usurpando cada oficio. Nada católica es la participación de las mujeres, a quienes San Pablo pidió guardaran silencio en la Iglesia, ahora lectura tras lectura proclaman la Palabra, fungen muy ufanas como anfitrionas de una reunión social y lo más grave es que tienen la osadía de distribuir la Comunión.

Regréseme los reclinatorios para poder hincarme y así humillado, presentarle al Señor mi oración, como expresión corporal de mi adoración y mi súplica, no quiero ser un poltrón o un espectador de un teatro.

Regréseme la Adoración Eucarística, que quiero volver a adorar con todo mi corazón, mi alma y humanidad a mí Dios que está ahí en cuerpo, sangre, alma y divinidad. Quiero comulgar de rodillas y que sea el Sacerdote quien me administre con respeto y devoción la Hostia Consagrada. Porque si así tratan al Cuerpo Eucarístico, ¿cómo me podrán tratar a mí, que soy la más pequeña de todas las partículas del cuerpo Místico?

Al pie del altar quiero encontrar la paz, que se define como la tranquilidad en el orden, para afianzarla en lo más profundo de mi alma y así poder ser un instrumento de esa paz, propagándola en la cotidianidad, comunicándola a mi entorno. Por eso rechazo el desordenado y perturbador rito actual, por culpa del cual en el sagrado recinto todo es bullicio y confusión momentos antes de recibir la Sagrada Comunión y en esta agitación, como le sucedió a Moisés, no encontró en la agitación al Dios que habita en la serenidad..

Regréseme el catecismo, le regreso su libro de dibujos en los que no aprendí nada. Cuénteme de mi santo Patrono y hábleme de mi Ángel de la guarda. Al Ángel lo sacaron de mi lado y a mi Patrón lo arrancaron del calendario. Y como los santos ya no estaban de moda, mis amigos tienen nombres tomados de las perversas telenovelas, de la tenebrosa política o de la vulgar farándula. Ídolos del nuevo panteón, muchísimo más viles que aquellos que adoraban los antiguos paganos.

Cuénteme la vida de los santos, para que se enriquezca mi memoria saturada con los ídolos del celuloide o del estadio. El jardín primaveral de la Cristiandad regado por sangre de mártires, solo lo veo en viejos libros y en recuerdos pasados. Ábrame las ventanas de la historia, para que pueda contemplar en el tiempo a quienes en la eternidad siguen siendo, y también aquellos libros, que en prosa o poesía el alma nos enriquecía, con la historia que es maestra de la vida, y a la vez eran sobria y elegante compañía desde los estantes de la biblioteca.

Cuénteme las historias de la Leyenda Dorada, cuando los mártires renunciaban a los temporales placeres mundanos por el gozo eterno del cielo, a un reino en la tierra por el reino celestial, morían vírgenes por el Esposo Divino o preferían dar la vida a Dios, que ofrecer un puñado de incienso a los ídolos…hoy en cambio somos ecuménicos. Ahora que están todos dentro, yo me siento fuera.

Regréseme el amor por la Sagrada Escritura, la hermenéutica de los Santos Padres, que nada tienen que ver con las traducciones ecuménicas y adulteradas. Regréseme los santos doctores, le regreso los teólogos herejes. Devuélvame la sana doctrina, yo le dejo las teorías peregrinas, las opiniones de moda, que hoy son y después se desechan, porque el riesgo que se corre al intentar estar según sus dictámenes es simplemente que éstas pasan, hoy son y mañana ya caducan.

Devuélvame el recogimiento, yo le dejo tanto aspaviento. Quiero escuchar la voz de Dios en el silencio de la oración, como eremita en el desierto. Si me acerco hasta una Iglesia es huyendo del mundo y me doy cuenta que me está persiguiendo un pútrido tsunami de profanaciones, pues las baterías con sus ritmos frenéticos y las guitarras con sus cadencias mundanas ahogan mi alma en la misma nave de la Iglesia. El Espíritu no está en la adrenalina, aprendamos de la ascesis cristiana a ponerle sordina a la sensibilidad, que si todo queda en las emociones entonces la fe tendrá aun mayor dificultad de fundamentarse en la razón y vivificarse en las obras.

Quiero que vuelvan los órganos con sus notas sacras a elevar al cielo sonoras plegarias, y las guitarras regresen adonde debería estar la fiesta del folklore y la alegría popular. Devuélvame el gregoriano de mística espiritualidad, le dejo los cantos que hacen del amor a Jesús algo casi libidinoso, pringado de sensualidad.

Devuélvame los sermones, yo le dejo las últimas informaciones; quiero que le hable a mi alma el predicador inflamado, un pastor inspirado y no un convencional agente humanitario. Quiero volver a oír desde los púlpitos la Verdad tan elocuente y poder extasiarme con la belleza de los altares, los ornamentos, los retablos. Saber que en el confesionario, con toda discreción, me está esperando el perdón mientras reza el breviario. Encontrarme con aquel que reza como un ángel, confiesa como un cordero y predica como un león.

Poder ver que por respeto a los ángeles presentes en la Santa Misa, cubiertas con mantillas humildes y sencillas, van todas aquellas mujeres que rezan y no presumen, que lloran sin alardes, que ruegan sin descanso por todos aquellos que no rezan, no adoran ni aman, que tampoco le roban protagonismo al Escondido en el Sagrario, no le quitan al recinto su aroma de incienso, ni sienten el imperativo moderno de invadir el bastión sacerdotal.

Abuelo: yo necesito la redención del único Sacrificio la cual se aplica en cada Santa Misa, para poder asistir al banquete celeste. Y no puedo ir al convite divino, sin quien me devuelva la túnica blanca en el confesionario, sitio donde encuentro la gracia que me dejó el Señor cuando vino a redimirme y le confió a la Iglesia el cuidado de mi alma, pero Usted y su generación se negaron a trasmitírmela, cuando lo importante era tan solo trasmitir lo que usted había recibido de sus abuelos y sus padres. Siendo la Tradición algo tan fundamental en la Santa Religión, como la Santa Escritura y el Magisterio Papal, la hicieron a un lado, haciéndonos creer que era retrógrada y obsoleta; le impusieron dinámicas evolutivas no solo en los ritos sino también en la moral y la doctrina.

A cada instante escucho que se nos convoca a la unidad, pero una extraña unidad desprovista de alma, y cuando a un cuerpo le falta el alma cada elemento se disgrega buscando su origen. Yo solo me siento en comunión con los católicos de otros tiempos, aquellos que por su fe dieron la vida en el Coliseo y en la Cristiada; me siento en comunión con ellos porque los católicos de hoy profesan otras doctrinas. Ya no creen que fuera de la Iglesia no hay salvación, por ejemplo; y tampoco me siento en comunión con otros que habitan en distintos lugares de la geografía, pues ya no tenemos en común la misma manera de rezar. Babel nos vuelve a confundir, porque perdimos el latín y tantas otras cosas que nos hacían católicos.

¿Y el Magisterio? Como de él se han alejado hasta los curas en sus sermones, nos volcamos por montones a oír el magisterio de sustitución en mil y una apariciones en las que cada cual pretende escuchar aquello que quiere oír. Quieren llenar los vacíos teológicos con disgregaciones sentimentales, como si pudiéramos perpetuar la Revelación, cuando en realidad esta concluyó cuando el último Apóstol murió. ¡Cuánta prudencia tenía la Iglesia antes de aprobar alguna aparición! Ella es muy cuidadosa con sus hijos, pues conoce como los atrae morbosamente todo lo que es sensacional.

Dígame ¿cómo puedo ser católico? Yo le diré lo que vive un nieto del Concilio. Con tanto ecumenismo no tengo norte, voy sin rumbo fijo, navegando a la deriva, inmerso en el relativismo. Por eso tengo derecho a decirle: No me niegue la herencia, la herencia que se multiplica cuando se reparte, la herencia que usted recibió de sus antepasados, herencia que la Madre Iglesia nos guardó. No me sirve nada de lo nuevo, porque apenas naciendo ya caducó. Regréseme la jovialidad vital de 20 siglos, yo le regreso la mórbida senectud de 5 décadas que me infligió tantos males.

En resumen, devuélvame el cielo, le dejo este mundo; devuélvame la eternidad, no quiero este tiempo; devuélvame la Iglesia de Siempre, le dejo la Conciliar, devuélvame el orden, le dejo la revolución. Devuélvame el espíritu que vivifica, le regreso la letra que mata. Devuélvame la ley natural, no quiero la perversión; regréseme la familia, le dejo el individualismo. Regréseme la Tradición, le dejo el modernismo, encarnemos esa tradición, entrégueme el legado que recibió de sus ancestros y yo se lo trasmitiré a mis nietos. Otórgueme un poco de atención y aunque sospeche que de nuevo estoy alucinando, sepa que estoy en mis cabales y tratando de afianzarme en la realidad para afrontarla con efectividad. Esta es mi primera reivindicación fundamental, tal vez la única, así es que por su bondad tantas veces mal entendida, le ruego me consienta por última vez y acceda a mi petición.

Abuelo queridísimo, origen de mi vida, raíz de estas ramas, al terminar de escribir estas palabras tan existencialmente amargas, tan realmente crudas y cruelmente aciagas, solo quiero decirle algo: que todo esto que le pido en definitiva no es para mí casi nada, sino para que yo a mi vez lo pueda trasmitir a mis hijos y a los hijos de mis hijos y así todos podamos soñar con un futuro, porque si yo como su nieto vivo esta situación dramática, imagine un instante lo que podrán llegar a vivir mis propios nietos mañana.

Este es el tesoro que quiero heredar, quisiera haber recibido la gracia inefable de pertenecer a la Iglesia Católica y a la civilización Cristiana. Este sería el testamento que anhelé, que no es otra cosa que el Nuevo que nos dejó Nuestro Señor y que en el transcurso de veinte siglos se fue explicitando y así, enriqueciendo, con todo aquello que amamos y es en síntesis lo que llamamos “Civilización Católica”. Y deseo recibirlo porque yo a mi vez debo trasmitirlo, porque según sea el mundo que le dejemos a los hijos, será la eternidad que merezcamos. Y si esto que deseo no lo incluye su testamento, de todas maneras no he perdido el tiempo y ha quedado escrito este bosquejo de testamento que un día puede llegar a ser el mío.

Ya nos enseñó un maestro que si queremos resurgir no debemos hacer la revolución en contra, sino lo contrario de la revolución, comencemos por ejercer la humildad, en la humildad está la verdad. Dejemos la soberbia y volvamos a la realidad. Hagamos penitencia y traigamos la eternidad al tiempo, traigamos el orden al caos, la gracia al pecado, la luz a las tinieblas, la redención a los condenados, la verdad a la mentira, el cielo a la tierra, la cordura a esta locura, traigamos a Dios a las almas, démosle a la Iglesia los sacerdotes que todo esto nos hagan llegar y a las familias los hijos que Dios quiera enviar y todos recen por su alma Abuelo. Por eso debemos salvar la Misa y así Dios estará con nosotros y en Él podremos anclar la Esperanza, en la eternidad bienaventurada que nos espera mientras todo pasa, el Espíritu que hizo fecunda a la Virgen y el cortejo de sus gracias nos asistirá y lo harán posible.

Abuelo, antes de que muera déjeme, como a Isaac, la bendición de Abraham, para preservar las esencias y salvar las semillas con que cultivar la esperanza y con ello conservar la calma, la confianza y la serenidad, la Fe y la Caridad. Porque sí “hubo un tiempo en que la filosofía del Evangelio gobernaba los Estados”. Por obra del Espíritu que sobrevolaba el caos volverá a reinar ese orden, y con las Bienaventuranzas como programa, reconstruiremos sobre la Piedra Angular la Eterna Civilización desde sus cimientos, donde con esplendor divino impere victorioso el Inmaculado Corazón de quien está escrito: ¡“Triunfará”!

Padre Joseramón García Gallardo

jueves, 1 de marzo de 2012

Carta escrita por un superviviente del 36




Sr. Don Santiago Carrillo Solares
Madrid.- 06/06/07

Creo que me conocerás. Yo sí te recuerdo mucho. Hoy soy vecino de Aranjuez, tengo 85 años. En el año 1.936 fui enterrador del cementerio de Paracuellos de Jarama.. También estuve en la checa de la ESCUADRILLA DEL AMANECER, de la calle del Marqués de Cubas nº 17 de Madrid, donde presencié los más horribles martirios y crímenes..

También estuve en el Cuartel de la Guardia de Asalto de la calle Pontones, en la Puerta del Sol, donde tú, Santiago Carrillo, mandabas realizar toda clase de martirios y ejecuciones en las checas de tu mando. Yo soy Pionero, al que llamaban 'EL ESTUDIANTE', que llevaba la correspondencia a las diferentes checas a cambio de la comida que me dabas.

¿Me conoces ahora, Santiago Carrillo?

¿Te acuerdas cuando tú, Santiago Carrillo, acompañado de la Miliciana SAGRARIO RAMÍREZ y de SANTIAGO ESCALONA y RAMIRO ROIG alias 'EL PANCHO', en la era de Fuencarral, kilómetro 5, el día 24 de agosto de 1.936 a las 7 de la mañana, asesinasteis al Duque de Veragua y tú, Santiago Carrillo, mandaste que le quitaran el anillo de oro y piedras preciosas que llevaba? ¿Recuerdas que no se lo podías quitar y tú, Santiago Carrillo, ordenaste que le cortaran el dedo?

¿Te acuerdas, Santiago Carrillo, la noche que llegaste a la checa del Fomento, en el coche Ford, matrícula de Madrid 984, conducido por el
comunista JUAN IZACU y los chequistas MANUEL DOMÍNGUEZ alias 'EL VALIENTE' y el Guardia de Asalto JOSÉ BARTOLOMÉS y en el sótano mandaste quemar los pechos de la monja Sor Felisa del Convento de las Maravillas de la calle Bravo Murillo, y así lo hizo 'EL VALIENTE' con un cigarro puro? Esto sucedió el 29 de agosto de 1.936 a las 3 de la madrugada.



¿Me recuerdas ahora, Santiago Carrillo?


Con 24 años que tenías, ¡cuántos asesinatos cometiste!¡Cuánta sangre tienes derramada en España! No quiero molestarte más, Santiago Carrillo,CRIMINAL.


Se despide de ti el enterrador de Paracuellos del Jarama, alias 'EL ESTUDIANTE', que presenció los martirios y asesinatos que tú, Santiago Carrillo, mandaste que se realizaran en España.


¡¡¡¡ VIVA ESPAÑA, MI PATRIA !!!!


A este asesino criminal lo homenajean con todos los honores mientras el infame y asqueroso Peces-Barba dice que no han asistido 'los malos', en alusión a los miembros del Partido Popular.
A este asesino criminalle cantan el Cumpleaños Felíz en vivo y en directo en el 'programa radiofónico' 'La Ventana' en la Cadena Ser.
A este asesino criminalle aplaude toda la progresía Española de pleno:grupo PRISA, el 'gobierno', los comunistas, los nazis de ERC, PNV..., Maria Antonia Iglesias y demás fauna animalística.
Y lo peor de todo: este ASESINO CRIMINAL no ha sido juzgado por sus crímenes y pasea libremente por la calle.


¿NO QUERÉIS MEMORIA HISTÓRICA?


¡¡¡ PUES TOMAD MEMORIA HISTÓRICA !!!