-LIBERTAD DE EXPRESION-

"Toda persona tiene derecho a la libertad de pensamiento y de expresión. Este derecho comprende la libertad de buscar, recibir y difundir informaciones e ideas de toda índole, sin consideraciones de fronteras, ya sea oralmente, por escrito o en forma impresa o artística, o por cualquier otro procedimiento de su elección y gusto."

"No he venido a traer paz, sino espada" San Mateo. X,34


viernes, 10 de septiembre de 2010

La Masonería y la Judería Sionista al descubierto por San Maximiliano Kolbe




En 1917, Maximiliano Kolbe funda la “Milicia de la Inmaculada”. Naturalmente, su lucha no fue la de abatir las almas del enemigo sino la de llamarlo y convertirlo en pro de su eterna salvación. Por eso, el Padre Kolbe se dirigía a sus enemigos.
En un artículo suyo titulado “¡Pobrecillos!”, escribía:

El hombre ha sido redimido. Cristo ha fundado su Iglesia sobre la roca. Una parte del pueblo hebreo reconoció en Él al Mesías; los otros, sobre todo los fariseos soberbios, no quisieron reconocerlo, persiguieron a sus seguidores y dieron curso a un gran número de leyes que obligaban a los hebreos a perseguir a los cristianos. Estas leyes, junto a narraciones y a apéndices, hacia el año 500, formaron un libro sagrado, el “Talmud”. En este libro, los cristianos son llamados: idólatras, peores que los turcos, homicidas, libertinos impuros, estiércol, animales de forma humana, peores que los animales, hijos del diablo, etc. Los sacerdotes son llamados adivinos y cabezas peladas (…) a la Iglesia se la llama casa de estulticia y suciedad. Las imágenes sagradas, las medallas, los rosarios, son llamados ídolos. En el “Talmud”, los domingos y las fiestas son considerados días de perdición. En este libro se enseña, entre otras cosas, que a un hebreo le está permitido engañar y robar a un cristiano, pues todos los bienes de los cristianos – está escrito – “son como el desierto: el primero que los toma se hace dueño”. Esta obra que recoge doce volúmenes y que respira odio contra Cristo y los cristianos, es considerada por estos fariseos un libro sagrado, más importante que la Sagrada Escritura”.

En ocasión del Congreso Internacional de los masones, celebrado en Bucarest en 1926, el Padre Kolbe, escribió un artículo:

“Estos señores (es decir, los masones) creen que son ellos quienes han de gobernar: escuchemos, entonces lo que escriben los “Protocolos de los Sabios de Sión”, documento que el Padre Kolbe llamaba: “el verdadero libro fundamental de la Masonería”.

Escribe el Santo:

“El protocolo número 11 afirma: “Crearemos y pondremos en vigencia las leyes y los gobiernos (…) y, en el momento oportuno, (…) bajo la forma de una revuelta nacional, (…) Es necesario que las popblaciones, desconcertadas por la revuelta, puestas todavía bajo la influencia del terror y de la incertidumbre, comprendan que somos de tal modo intocables, de tal modo llenos de poder que en ningún caso tendremos en cuenta sus opiniones y sus deseos sino, antes bien, que estamos en grado de aplastar sus manifestaciones en cualquier momento y en cualquier lugar (…) Entonces, por temor, cerrarán los ojos y permanecerán a la espera de las consecuencias (…) ¿Con qué objeto hemos ideado e impuesto a los masones toda esta política, sin darles a ellos la posibilidad de examinar el contenido? Esto ha servido de fundamento para nuestra organización masónica secreta (…) cuya existencia ni siquiera sospechan estas bestias engatusadas por nosotros en las logias masónicas”.

En este punto, el Padre Kolbe se dirige a los masones diciendo:

“¿Habéis oído, señores masones? Los que os han organizado y secretamente os dirigen, los hebreos, os consideran bestias, reclutadas en las logias masónicas para fines que vosotros ni siquiera sospecháis (…) Pero ¿sabéis, señores masones, qué es lo que os espera el día en que os venga a la mente comenzar a pensar por vosotros solos? He aquí, escuchad el mismo protocolo: “La muerte es inevitable conclusión de toda vida (…) Ajusticiaremos a los masones de tal manera que ninguno (…) podrá sospechar, ni siquiera las mismas víctimas: morirán todos en el momento que sea necesario, aparentemente a causa de enfermedades comunes (…)”.

Y continúa el Santo:

“Señores masones, vosotros que, recientemente, durante el Congreso de Bucarest, os habéis alegrado del hecho de que la Masonería se está fortaleciendo por doquier, reflexionad y decid sinceramente: ¿no es mejor servir al Creador en la paz interior (…), antes que obedecer las órdenes de quien os odia?”.

San Maximiliano se dirige, finalmente, a los Jefes Ocultos de la Masonería con estas palabras:

“Y a vosotros, pequeño escuadrón de hebreos, “Sabios de Sión”, que habéis provocado ya concientemente tantas desgracias y todavía seguís preparando otras, a vosotros me dirijo con la pregunta: ¿qué ventaja obtenéis? (…) Gran cúmulo de oro, de placeres, de diversiones, de poder: nada de todo esto vuelve féliz al hombre. Y si aun esto diera la felicidad, ¿cuánto podría durar? tal vez una decena de años, quizás veinte (…) Y vosotros, jefes hebreos, que os habéis dejado seducir por Satanás, el enemigo de la humanidad, ¿no sería mejor si también vosotros os volviereis sinceramente a Dios?”.

En otro articulo de 1926, el Padre Kolbe, citando siempre los “Protocolos de los Sabios de Sión”, escribía:

“Ellos dicen de sí mismos: “¿Quién o que cosa está en grado de asestar una fuerza invisible? Nuestra fuerza es, precisamente, de esta clase. La Masonería externa sólo sirve para esconder sus objetivos, pero el plano de acción de esta fuerza será siempre desconocido para la gente”.

Pero el Santo subraya con sutil ironía: “Nosotros somos un ejercito, cuyo “Comandante” os conoce uno a uno, ha observado y observa cada una de sus acciones escucha cada una de sus palabras, más aún… ni siquiera uno de vuestros pensamientos escapa a su atención. decid vosotros mismos: en tales condiciones, ¿se puede hablar de secreto en los planes, de clandestinidad y de invisibilidad?” Y aquí el Padre kolbe revela el nombre del “Comandante” de su ejército: “es la Inmaculada, el refugio de los pecadores, pero también la debeladora de la serpiente infernal. ¡Ella aplastará su cabeza!”

Artículo aparecido en la revista “Cabildo” Buenos Aires, septiembre de 2009, cuya fuente fue nuestra hermana página “Catapulta” que dirige el Dr. Augusto Padilla, tomado a la vez del número 125 de la revista italiana “Chiesa Viva”. La traducción castellana pertenece a Mario Caponnetto, y la transcripción del papel al formato web pertenece a “Congregación Obispo Alois Hudal”.

jueves, 9 de septiembre de 2010

LA ASTROLOGÍA Y EL CRISTIANISMO




LA ASTROLOGÍA Y EL CRISTIANISMO

San Alberto Magno, en Alemania (1193-1280, dominico de Colonia considera que los acontecimientos que se producen en la Tierra son provocados por el mo­vimiento de los cuerpos celestes, pero no el destino individual del hombre, capaz de libre albedrío. Si se la entiende así, la astrología es compatible, para él, con el cristianismo. Sostiene, además, que la astrología conduce los pensamientos del hombre hacia Dios y que los astros son tan sólo los instrumentos físicos de la voluntad divina. Esta será la concepción que adoptará durante largo tiempo la Iglesia. Se prefiguraba ya en Pedro Abelardo (1079-1142), para quien la astrología puede predecir las naturalia relativas a los fenómenos naturales, pero que afectan tanto a la agricultura como a la medicina.
En su obra Suma teológica, el italiano santo Tomás de Aquino, alumno de san Alberto Magno, igualmente dominico (1225-1274), estudió a su vez el problema del libre albedrío, tema fundamental de la astrología frente al cristianismo. Sus posturas fueron objeto de un minucioso estudio por parte de P. Choisnard.
La doctrina tomista afirma que "el primer motor en l orden de las cosas corporales es el cuerpo celeste", los astros son la causa de todo lo que sucede en los cuerpos inferiores", "las influencias de los astros son inversamente recibidas en los cuerpos inferiores según las distintas disposiciones de la materia", "los astros … o ejercen más que una influencia indirecta y accidental sobre las potencias del alma", "los astros no podrían er inmediatamente, por sí mismos, la causa de las operaciones del libre albedrío". "el hombre siempre puede actuar, bajo el imperio de la razón, contra la inclinación producida por los cuerpos celestes". Por el contrario, intentar prever con certeza los futuros fortuitos y los futuros libres es una adivinación supersticiosa y prohibida".
A diferencia de los precedentes, el franciscano inglés Roger Bacon (1214-1294) conoce el hebreo, el griego y el árabe, y lee a los antiguos en el texto original. Su principal obra es el Opus majus. Para este doctor admirabilis (doctor admirable), considerado como uno le los grandes sabios naturalistas de su época, la alquímia, la astrología y la magia son los tres elementos básicos de las ciencias "naturales". A su juicio, ninguna astrología erudita profesa el fatalismo, que está reservado a los ignorantes y aficionados. El individuo puede, mediante su fuerza de voluntad, resistir a la influencia real de los astros.
Entre 1450 y 1650 florece una gran astrología erudita. Todos los soberanos y príncipes tienen en su corte uno o varios astrólogos, todos ellos médicos y con frecuencia embajadores y consejeros. El arte de efectuar cálculos les confiere un auténtico prestigio. La astrología se halla omnipresente y conoce una vasta difusión. Participa en la vida pública y social: Carlos V tiene seis astrólogos. Carlos VI, Luis XI, el emperador Federico 111, el rey de Hungría, todos, se sirven de la astrología y en ocasiones ellos mismos la aprenden. La corte de los papas (Inocencio VIII, Pablo II), al igual que muchos dignatarios de la Iglesia, se abren ampliamente a sus técnicas (1520: existe una cátedra de astrología en la Universidad papal).


Ing. Fernando F.M.
( Ingenieria en Sistemas y Astrología Científica)