- Los Ejercicios Espirituales de San Ignacio de Loyola
Podemos acercarnos siquiera levemente a la obra de construcción mágica de la élite SS a través de los referentes a los que nos dirigen los diversos investigadores de tan grande misterio. Siguiendo este hilo de Ariadna, hallamos en la obra ideada por el fundador de la Orden de los Jesuitas, san Ignacio de Loyola, el mismo principio o substrato sobre el que la SS vendrá a fundamentar su obra mágica de proyección.
Los Ejercicios Espirituales de San Ignacio son un sondeo, tal vez inconsciente, de antiguas prácticas iniciáticas desarrolladas por diversas órdenes herméticas. Podríamos pensar que san Ignacio se inspiró en tratados o trabajos antiguos, si bien podría ser también que su aguzada intuición llegara a descubrir resortes inconscientes que se hallan en lo más profundo de la mente humana.
En lo más profundo de la mente humana, más allá del entramado laberíntico de la realidad diaria, se halla un substrato sobre el que viene a fundamentarse la realidad proyectada sobre el mundo espacio-temporal.
Los Ejercicios Espirituales de san Ignacio inciden sobre este substrato pre-temporal que condiciona la mente del mundo y la realidad del espacio-tiempo. Tan grande misterio en su día dio problemas con el Vaticano al mismo fundador de la Orden de los Jesuitas pues el misterio y el poder que sus Ejercicios despertaban, ponían en peligro el “Destino” prefijado por Jehová y sus agentes. No hay nada en este mundo que más tema Jehová y su “Plan de Evolución” o “Destino” que el hombre dueño de su propio destino.
Si seguimos la línea trazada por los Ejercicios de san Ignacio vemos el inmenso, tal vez infinito poder de la proyección de la voluntad humana sobre el substrato pretemporal o astral, su poder de crear Destino y de modificar la “Creación” de Jehová.
San Ignacio, un hombre de su tiempo, limitó su obra al credo católico. De no haber sido así, su trabajo y él mismo habrían acabado siendo arrojados a las llamas. Pero el fondo de su obra esconde un mensaje subversivo, que es, que el hombre puede ser creador y artista de su propia mente y no un mero servidor y adorador de Jehová.
La práctica de san Ignacio a través de sus Ejercicios Espirituales puede llegar a crear magos, hombres y mujeres capaces de modelar, dar forma a su propia mente, a la realidad, al mundo y de proyectar el destino.
Para ello, san Ignacio da unas pautas de preparación, purificación, concentración previas a la visualización de las escenas interiores. Una vez llevado a cabo este proceso, comienza la obra de visualización. Vemos así cómo indica que: “El primer preámbulo es composición viendo el lugar. Aquí es de notar que en la contemplación o meditación visible, así como contemplar Cristo nuestro Señor, el cual es visible, la composición será ver con la vista de la imaginación el lugar corpóreo donde se halla la cosa que quiero contemplar. Digo el lugar corpóreo así como un templo o monte donde se halla Cristo o nuestra Señora, según lo que quiero contemplar…”. (…). “El segundo es demandar a Dios nuestro Señor lo que quiero y deseo. La demanda ha de ser subyecta materia; es a saber, si la contemplación es de resurección, demandar gozo con Cristo gozoso; si de pasión, demandar pena, lágrimas y tormento con Cristo atormentado…” (…) “Nota. Ante todas contemplaciones o meditaciones se deben hacer siempre la oración preparatoria, sin mudarse, y los dos preámbulos ya dichos, algunas veces mudándose, según subyecta materia”.
Limitándolo al credo católico, san Ignacio llama al neófito a “demandar lo que quieres”, por tal de ponderar los pecados y comparar qué cosa son los hombres en ante todos los ángeles y santos del Paraíso.
Insiste san Ignacio en “ver con la vista de la imaginación” la longura, anchura y profundidad de los diferentes espacios visualizados. Oír los sonidos, oler el olfato, gustar el gusto, tocar el tacto… (vista, oído, olfato, gusto, tacto). “Hacer un coloquio con Cristo nuestro Señor…”.
Da así mismo diversas instrucciones sobre el proceder antes de dormir, “después de acostado, ya me quiera dormir, por espacio de un Ave María pensar a la hora que me tengo que levantar y a qué, resumiendo el ejercicio que tengo que hacer”.
Los Ejercicios de san Ignacio de Loyola se fundamentan en una vida de ascesis y purificación y en la visualización de imágenes creadas en la mente del practicante. En sus más altos grados, los iniciados serán capaces de transmutarse no sólo a sí mismos sino también de transmutar la realidad que les envuelve.
Sabemos que este mismo principio fue trabajado en el mayor secreto por los Directores Desconocidos de la SS, los iniciados del Sol Negro en el castillo de Wewelsburg. Mucho antes de que san Ignacio desarrollara sus “Ejercicios Espirituales”, los misterios de la Antigüedad pagana conocieron y trabajaron el mundo mágico del astral. La SS y el nazismo místico o iniciático vino pues a rescatar este misterio para la construcción del Reich Mágico.
Publicado por Borja
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